Tal vez todos necesitamos que haya una revolución en este mundo y es la de la ternura.
Abraham Maslow, en su teoría de motivación trata de explicar qué impulsa la conducta humana y diagrama en una pirámide, cinco niveles de necesidades ordenadas jerárquicamente: las primeras son las necesidades básicas (respirar, alimentarse, descansar), las segundas, pero no menos importantes hablan de seguridad y afecto.
El amor cumple una función nutricia fundamental. Viene a mi mente aquella bella canción de los años ´60 “Todo lo que necesitas es amor”, ¿alguien se atrevería a decir lo contrario?.
¿Cómo cubrir esta necesidad con los más pequeñitos?
– Manifestar el amor: Recordar que el amor no sólo se demuestra con servicios, sino con palabras tiernas, elogios, besos, caricias, abrazos. Atreverse a manifestar el afecto es un regalo irreemplazable, sobre todo para los más chiquitos. No basta con saber que amamos a nuestros hijos con toda nuestra fuerza, sino que es necesario decirlo y actuar en consecuencia.
– Ofrecer tiempo de calidad y cantidad: juegos, tareas compartidas, buen humor, buenos tratos, aficiones, todo se da dentro de un tiempo y un espacio. En cuarentena el tiempo ha sido un paso obligado pero es preciso cuidar el clima del hogar, porque muchas veces la sobreabundancia de exigencias diluye la calidad del tiempo aportado. Es importante recordar también, que cuando volvamos a la vida cotidiana, con media hora de dedicación no basta, no le dedicaríamos eso a la mayor empresa de nuestra vida y los hijos lo son.
– Proveer un contexto de seguridad y contención: es importante saber proteger en el miedo, la angustia, el enojo, las mismas rabietas, la tristeza y otras emociones donde niños y niñas pueden sentir la necesidad de cercanía afectiva de los padres. Calmar y amar son funciones únicas que pueden brindar mamá y papá.
¿Seguimos pensando juntos qué podemos ofrecer a nuestros hijos e hijas para que crezcan en plenitud?