OPINIÓN
#hacetecargo
La muerte de Fernando nos golpea a todos. El primer impacto me llamó al silencio, al respeto, al acompañamiento profundo del dolor desgarrador de esos padres que claman por justicia.
La muerte de Fernando nos tiene que dejar una enseñanza, una lección, un llamado a repensar qué estamos haciendo con nuestros jóvenes, porque este hecho dramático habla por sí mismo, pero no habla de un hecho puntual, nos habla a cada uno de nosotros, a cada madre, a cada padre.
Es tan estremecedora la muerte de Fernando como la imagen de esos chicos que lo llevaron a ese trágico final, esos chicos nos tienen que llevar a preguntarnos: ¿Dónde están sus padres? ¿Dónde estaban en ese momento? ¿Dónde estaban en la niñez y en la adolescencia de cada uno de esos chicos?
Fernando era una joya preciosa con un futuro prometedor por delante, y quienes se llevaron su vida, ¿No tuvieron nunca un futuro esperanzador?
Cada niño, cada niña, cada adolescente es una joya en potencia si tiene como garantía una mamá, un papá, una familia dispuesta a darlo todo por ellos, porque no sólo se da la vida al concebir a un hijo, una hija, sino que se le da vida cada día al educarlo, al criarlo, al protegerlo, al proveerle un ambiente apto para que crezca sano.
Un joven violento es el emergente del abandono, de una terrible omisión, de una espantosa desconsideración humana hacia él.
¿Dónde estaban todos estos años las madres y los padres de los chicos que se llevaron la vida de Fernando?¿Estamos realmente dispuestos a acompañar, contener y educar a cada uno de nuestros adolescentes?
Hagámonos cargo, hacete cargo.