En la consulta de muchos padres y madres es habitual que traigan inquietudes sobre sus pequeños y, en algunos casos, nos damos cuenta que esas dudas corresponden a conductas que son síntomas de ansiedad infantil.

En primera instancia es importante considerar que la ansiedad no es, necesariamente, un hecho patológico, sino un fenómeno habitual en la vida cotidiana, un componente normal de la experiencia humana que adquiere un carácter perturbador sólo bajo ciertas circunstancias. Más aún, cierta cuota de ansiedad en el individuo puede ser la señal indicadora de una capacidad para generar iniciativas e impulsar la puesta en marcha de nuevos proyectos y/o la evidencia de que existen recursos adecuados para enfrentar dificultades.

La ansiedad, tanto en la infancia y como en la juventud, es a veces una reacción normativa y adecuada al nivel de desarrollo; es común para los niños y jóvenes experimentar ansiedad cuando se enfrentan a situaciones nuevas o demandas de desempeño como puede ser ir a la escuela el primer día o actuar en una obra de teatro. Todos sentimos ansiedad en algún momento de nuestras vidas, en algunas situaciones esta ansiedad es esperable y resulta adaptativa (una ansiedad leve a causa de un examen promueve una preparación adecuada). 

La ansiedad, tanto en la infancia y como en la juventud, es a veces una reacción normativa y adecuada al nivel de desarrollo; es común para los niños y jóvenes experimentar ansiedad cuando se enfrentan a situaciones nuevas o demandas de desempeño como puede ser ir a la escuela el primer día o actuar en una obra de teatro. Todos sentimos ansiedad en algún momento de nuestras vidas, en algunas situaciones esta ansiedad es esperable y resulta adaptativa (una ansiedad leve a causa de un examen promueve una preparación adecuada). Sin embargo, si la ansiedad es más severa o sucede con frecuencia, puede causar excesivo malestar y generar que niños y jóvenes eviten determinadas situaciones acordes a su edad como ir a la escuela, socializar con pares, y es aquí donde debemos prestar atención porque estas conductas pueden afectar su desarrollo normal.

 

Trastornos de ansiedad 

 

Se sabe que los trastornos de ansiedad tienen un inicio predominantemente en la infancia, y que la prevalencia a lo largo de la vida es del 25%. En los niños y adolescentes las estadísticas hablan de un 20% de incidencia. ¿Por qué sucede esto? Porque en la mayoría de los casos no realizan una consulta y muchos de los que consultan no reciben un tratamiento adecuado.

Podemos ayudar a nuestros hijos a superar los estados de ansiedad perdurables, si bien el diagnóstico certero debe estar realizado por un profesional, nuestros niños necesitan del acompañamiento y cuidado de padres y madres para aprender a afrontar las situaciones que les dan ansiedad.

 

Trastornos de ansiedad 

 

Se sabe que los trastornos de ansiedad tienen un inicio predominantemente en la infancia, y que la prevalencia a lo largo de la vida es del 25%. En los niños y adolescentes las estadísticas hablan de un 20% de incidencia. ¿Por qué sucede esto? Porque en la mayoría de los casos no realizan una consulta y muchos de los que consultan no reciben un tratamiento adecuado.

Podemos ayudar a nuestros hijos a superar los estados de ansiedad perdurables, si bien el diagnóstico certero debe estar realizado por un profesional, nuestros niños necesitan del acompañamiento y cuidado de padres y madres para aprender a afrontar las situaciones que les dan ansiedad.

 

Primero debemos detectar la causa que les genera ansiedad para luego intentar hacer comprender al niño qué le sucede, ayudarle a poner nombre a sus sensaciones, a “normalizarlas” dado que es el miedo a padecerlas lo que a su vez puede incrementar el malestar. 

Es importante ayudarlo a detectar sus pensamientos para poder desmontarlos, entendiendo su irracionalidad, su negatividad, para que así le resulte más fácil enfrentarse a sus temores. 

También es relevante motivarlo para que participe de aquellas situaciones que le causan malestar, sin protegerlo demasiado. De este modo, si teme a la oscuridad no es bueno que alimentemos ese miedo dejándole encendida la luz, es preferible que la vayamos graduando poco a poco; si teme que se rían cuando hace una pregunta, no es positivo que seamos nosotros quienes pidamos por él siempre, “obliguémosle” a ser él quién pida, por ejemplo, un libro en una tienda o un vaso de agua en el restaurante.

 

Superar la ansiedad infantil y juvenil es posible, requiere de un diagnóstico adecuado y de la compañía amorosa de los padres en el proceso de fortalecer a sus hijos para afrontar las situaciones que la generan.

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