Gabriel García Márquez 

 

Existen gestos tan potentes y apasionantes capaces de dejar huella en la vida de mamá, de papá, de los hijos. ¿No es cierto que cuando tu hija, tu hijo te mira con ternura, transmitiendo que te necesita, te cambia la vida para siempre? 

 

El tiempo parece detenerse para siempre … Quién ha experimentado lo que puede movilizar tener en brazos a un pequeño, quién se ha deleitado con su mirada , sabe que en ese instante esa criatura es capaz de cambiar su propia forma de mirar al mundo.

 

Ese enamoramiento que se experimenta con la nueva vida que llega genera una conexión muy especial. Simplemente te sentís amado, necesitado, valorado y allí se produce un atractivo irrefrenable que motivará al acercamiento. Estos recuerdos perduran toda la vida y nos acompañan siempre.

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